Suso Kottirikal, tomó la decisión, luego de ser testigo del maltrato que sufrían las personas leprosas por parte del personal del colegio donde trabajaba, quienes no dudaron en expulsar a los hijos cuyos padres tuvieran lepra.
“Estos niños solo querían asistir a clases pero no les permitían entrar a la escuela ni relacionarse con otros estudiantes. Incluso, algo que nunca olvidaré, es ver a profesores arrojar piedras a estos niños”, expresó Suso.
Suso, trabaja junto a dos cristianas de su congregación y brindan atención médica a los pacientes de Aasha Gram, pues los médicos evitan este pueblo por temor a contagiarse. Además, también ha creado una escuela en el pueblo para los hijos de padres leprosos.
Un día, empezó a recoger a los niños y los llevó bajo la sombra de un árbol para darles clases. Por las mañanas a los niños y por las noches a los adultos. Leprosos y otros aldeanos se unieron y se les enseñaba cultura general, higiene, a leer, escribir, e incluso cómo realizar primeros auxilios. Las clases bajo el árbol se convirtió en una escuela que ahora tiene cerca de 110 alumnos, 80 de ellos, son niñas.
“Es la ignorancia la raíz de tal discriminación. Se necesita más conciencia en la sociedad de la India para ayudar a estas familias. Si quiere experimentar realmente el amor de Dios, tendrá que salir de su maravillosa tierra y dedicar su vida a servir a los necesitados, compartiendo sus alegrías y dolores”, exclamó Suso quien a sus 73 años sigue sirviendo a los niños de las 100 familias que viven en Asha Gram.
Fuente: Global Sisters Report, impactoevangelistico.net, agapeenlaradionoticias
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