El huracán María pasó pasó por el Caribe destruyendo a su paso todo lo que encontraba. En Puerto Rico los vientos tuvieron un alcance de 281 kilómetros por hora, 13 personas perdieron la vida, y casas devastadas, este fenómeno natural ha dejado a los 3.5 millones de habitantes sin luz eléctrica y sin acceso a internet.
Muchos templos cristianos que no se vieron afectados completamente están sirviendo de refugio para las familias que lo han perdido todo, en el lugar se distribuyen alimentos y artículos de primera necesidad. Tanto organizaciones evangélicas como la cruz roja están contribuyendo haciendo labores de socorro a los moradores.
Un líder cristiano calificó este acontecimiento como “apocalíptico” ya que la isla sufrió constantes desastres y antes de verse atacado por el huracán María, fue azotada por el huracán Irma; todo esto aconteció en medio de una crisis económica considerable que ha dado como resultado el abandono de ciudadanos de la isla para trasladarse a los Estados Unidos.
A pesar de los momentos tan duros y tristes que están pasando los puertorriqueños, grupos de cristianos se juntan en las calles con el único motivo de adorar a Dios. A través de generadores conectados, emiten la luz suficiente para iluminar el lugar donde se establecen y encender los equipos de sonido. En las redes sociales se puede observar a un pueblo que sigue confiando en las fieles promesas de Dios y pese a las circunstancia nada detiene alabar el Santo nombre de Jesús.
Fuente: Noticias Cristianas/ impactoevangelistico.net
Al principio, los oficiales del pueblo dieron permiso a la iglesia para reunirse en un terreno, después del cierre de su iglesia, los miembros ancianos de la iglesia comenzaron a tener servicios en sus hogares, ya que la Iglesia oficial más cercana estaba demasiado lejos para viajar. Sin embargo, se les prohibió usar sus propias residencias, dejándolas sin una iglesia.
Las revoluciones que acompañaron al racionalismo que arrasó Europa en el siglo XVIII llevaban la consigna de acabar también con la Biblia, no tanto físicamente, pero sí en el plano de las ideas, desacreditándola como fuente de oscurantismo, ignorancia y superstición. La razón era el criterio legítimo de la verdad, no una supuesta revelación.
Lo que comenzó siendo, en el siglo XIX, la negación de que el ser humano es una creación especial de Dios, ha desembocado, en el siglo XXI, en la negación de la identidad entre género y sexo, junto a la perversión de la naturaleza del matrimonio. Pero todo esto, que podría no ser más que una opinión, pretende hacerse pasar por una imposición jurídica y política que todos tengan que asumir obligatoriamente.
