Dunn y su marido esperaban a su cuarto hijo con mucha alegría. “Recuerdo además que Dios me dijo ella sería una bebé sana y que haría cosas grandes para el reino de los cielos”, dijo Dunn. Hasta que los médicos dijeron a la pareja de jóvenes que algo estaba terriblemente mal con su bebé. Fiona tenía un problema cerebral llamado Holoprosencefalia semilobar (HPE) en el lóbulo frontal, además de un agrandamiento del corazón y dificultad seria con su hígado.
Debido a estas dificultades, solicitaron a la pareja a considerar el aborto. "Los médicos me dieron la opción de interrumpir el embarazo, pero yo sabía que no era una opción para mí. Estaban equivocados", dijo. Los médicos predijeron que Fiona podía morir en el útero, y si no, sería propensa a morir durante el parto. Por último, dijeron que si el bebé naciera vivo, que sólo viviría dos horas.
Ninguna de esas cosas que pasó. Al final resultó que, la niña desafió las expectativas médicas. Fiona nació el 3 de enero en Bettendorf, Iowa, con un peso saludable 6 libras y 4 onzas, siendo lo suficientemente fuerte como para ir a casa a sólo dos semanas más tarde. "Ella es un milagro", dijo Dunn. "Ella es un bebé normal. Ella come y llora y se vuelve a callar. Ha demostrado una y otra vez que ella lo puede soportar. Ella es tan fuerte”.
Antes que se negaran al aborto, ya estaban pasando por un momento difícil debido a la pérdida de la madre de Dunn. Más el diagnóstico del médico se preparaban para el peor resultado. Así que pidieron fervientemente a Dios que cambiara las cosas y así lo hizo. "Tienes que seguir adelante con todo tu corazón y tu fe. Es la única cosa que me ayudó a pasar este momento difícil", dijo Dunn.
Fuente: cbn. impactoevangelistico.net
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