Después del parto a la niña se le diagnosticó osteogénesis imperfecta (OI) tipo III, un tipo de enanismo que ocasiona que los huesos sean extremadamente frágiles. Esto la obliga a usar una silla de ruedas para movilizarse. Los padres de la niña, Chelsea y Curtis Lush, fueron advertidos por los médicos que la niña no sobreviviría, por lo que les sugirieron abortar y que donen el cuerpo de la menor para investigaciones científicas.
“El especialista recomendó o sugirió que podríamos terminar el embarazo, pero significaba más que eso para nosotros. Era nuestro primer hijo juntos”, dijo la madre. Por su parte, Curtis, el padre, dijo que “contemplaron realmente el aborto” porque el doctor les decía que era la decisión “más humana” que podían tomar. “Estábamos en un estado de pánico”, reconoció.
Zoe nació con diversas fracturas en el cuerpo. A medida que pasaron los meses, nuevas fracturas se sumaban a su mal. Su madre aprendió a curarla ella misma debido a que los médicos la atendían como a cualquier otro niño, causándole daño. Uno de los desafíos más difíciles fue algo que los padres hacen varias veces al día: cambiar pañales. Se necesitaban tres personas para hacerlo sin lastimar a Zoe.
A pesar de que se rompió los huesos más de 100 veces y se le han realizado varias cirugías, los padres jamás perdieron la esperanza. Ahora los médicos creen que con un buen cuidado Zoe tendrá una vida exitosa. “Hoy tiene seis años de edad se está haciendo un poco más fácil”, indicó su madre. Zoe usa una silla de ruedas, juega en un parque que es accesible y se levanta por sí misma para asegurarse de que otros niños no le hagan daño accidentalmente.
Además, sus padres cuentan que siempre sonríe, incluso cuando participa en la terapia ocupacional y física o de otra dirigida a desarrollar el habla. “No cambiaría a Zoe. En el futuro, espero que tenga una oportunidad igual que todos los demás”, expresó su madre.
Fuente: aciprensa/ impactoevangelistico.net/ agapeenlaradionoticias
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