jueves, 17 de agosto de 2017

Sobrevive a intento de suicidio y se reconcilia con Dios en el hospital

Neya Fernandes contó su testimonio al Guiame durante la Expoevangélica.  (Foto: Guiame)


Neya Fernandes contó su testimonio al Guiame durante la Expoevangélica. (Foto: Guiame)
Después de sobrevivir a un intento de suicidio y reconciliarse con Dios en el hospital, Neya Fernandes se convirtió en misionera y ha predicado por Brasil el poder de la adoración en el proceso de sanación.
Neya tenía sólo 16 años cuando empezó a hundirse en una depresión en 1996, después de alejarse de la iglesia. “Mi deseo era desaparecer y terminar con mi vida”, dijo en una entrevista con Guiame durante ExpoEvangélica .
Así lo hizo. Ese mismo año, Neya usó un revólver calibre 38 y disparó en su propio pecho. La bala quedó alojada en la región torácica de la columna. “Me llevaron al hospital entre la vida y la muerte. El médico le dijo a mi madre: “Si esa muchacha vive, ella no volverá a andar”, cuenta.
La joven pasó dos meses y 25 días internada y fue sometida a cinco cirugías, llegando a pesar menos de 39 kilos. “En aquel momento me sentía muy sola. Nadie me visitaba más por el mal olor “, recuerda.
El día en que el médico afirmó que Neya podría volver sin vida de otro procedimiento quirúrgico, un pastor fue conducido por Dios para buscar a la muchacha y decir: “Usted va a caminar el mundo entero alabando y testificando. Donde sus pies no lleguen, su voz llegará y muchas almas serán salvas “.
En aquel momento, sentí mucha firmeza en esa palabra y dijo: ‘Quiero reconciliarme con Dios’. Fue a partir de ese instante que Dios comenzó a usar mi vida a través de la alabanza “, cuenta Neya.
“Sentía muchos dolores, porque tenía un plomo en mi columna. Pero a partir del momento en que empecé a adorar a Dios, el dolor se apretó y yo cantaba. A partir de ahí, Dios empezó a usarme a través de las alabanzas “, Neya relata.
Para que Neya volviera a caminar, los médicos marcaron una nueva cirugía para retirar el plomo de su columna, sabiendo que correría el riesgo de que su médula se rompiera.
En el procedimiento, la madre de Neya dio un baño a la hija y percibió un volumen en su espalda. El médico fue llamado a la prisa, hizo una breve evaluación y dijo: “Chica de suerte”. El profesional tomó el carrito quirúrgico, hizo una pequeña anestesia y sacó la bala.
“La mano de Dios hizo la cirugía”, Neya resalta. “Fue una cosa sobrenatural, porque un día antes el plomo era muy difícil y yo tenía que hacer la cirugía”.

Fuente: prensaprotestante.net/ agapeenlaradionoticias

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