En la República Democrática del Congo, miles de familias sufren por continuas guerras locales, desnutrición, enfermedades incurables, etc. Por esta razón, cientos de instituciones brindan todo tipo de ayuda cada año, pero muchas de ellas se desvanecen con el paso del tiempo, volviendo a la misma carencia. Cansados de ello, “La Bolsa del Samaritano” sale con algo nuevo y productivo que cambia las vidas de las personas para siempre.
Chantal Sizikana fue desplazada por las guerrillas, quedándose en la ruina. Sin comida y con un niño enfermo en brazos llegó al hospital más cercano. Inmediatamente el niño entro en tratamiento y recibió la alimentación necesaria. Durante su estadía en el hospital, “La Bolsa del Samaritano” se encargó de brindarle una capitación de crianza, cultivo y nutrición, finalizando con un obsequio que trata de una bolsa de semillas para la siembra.
Eso significaría que mediante el cultivo en sus propias tierras con las semillas brindadas, llegarían a ser autosuficientes, proveyendo alimentos para su hogar y hasta para la venta de estos. “Damos gracias a Dios desde el fondo de nuestros corazones por su compasión a nosotros a través de la obra de la Bolsa del Samaritano. Es una alegría ver a los extraños ayudarnos como si fuéramos de la familia. El amor verdadero viene de Dios”, pronunció una madre agradecida por la ayuda.
La Bolsa del Samaritano dio energía y materiales para trabajar en sus jardines. Semillas, capacitación y coaching. “La papilla que nuestros hijos ahora tienen que comer es un signo de amor. El crecimiento abundante de las coles, zanahorias, berenjenas, y puerros en nuestros jardines nos ha dado más esperanza y alegría”, pronunció Chantal. Ahora puede hacer leche de soja y utilizar diversos ingredientes en las recetas para mantener a los niños de su familia sanos y salvos.
Fuente: samaritanspurse.org
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