lunes, 7 de noviembre de 2016

LA SALVACIÓN DE LOS KOVACS

  • La salvación de los Kovacs
A mediados del 2009, Stephan Kovacs recorría distintas discotecas de la ciudad de Salez, Suiza, para venderle droga y marihuana a decenas de jóvenes que como él estaban atrapados por el vicio. En una de esas andanzas conoció a Lourdes, una ex bailarina que se ganaba la vida en diversos clubes nocturnos de la urbe.
Fue amor a primera vista. Lourdes y Stephan Kovacs son una pareja de esposos como cualquier otra. Ella procede de República Dominicana, y él, de Austria; dos países de diferente cultura. La historia de cada uno se remonta a mediados de la década de 1980, cuando Lourdes Martínez –nacida en febrero de 1974, en la ciudad de Santo Domingo– observó los grandes problemas de su padre con el alcohol.
A esto se sumó la vergüenza que le ocasionaba ver cómo él y varias de sus mujeres paseaban frente a su casa. “Desde antes que nos abandonara, mi padre empezó a maltratar a mi madre y se buscó mujeres de la calle que insultaban a mi mamá cuando pasaban por la casa”, recuerda.
Al mezclar las bebidas alcohólicas con sus celos enfermizos, un día su padre correteó a su madre con un hacha. Lourdes, que era la mayor de las hijas, no podía creer lo que observaba. Pasado un tiempo, un nuevo escándalo sacudió a su hogar al enterarse de que su papá había embarazado a una antigua amiga de su madre. Esto originó que su progenitora cogiera un cuchillo y por poco decapitara a la mujer.
“Fui creciendo con eso en mi cabeza y me volví muy tímida… Prometí que cuando fuera adulta no sería como mi madre, que le aguantó mucho a mi padre”, narra Lourdes. Estos conflictos terminaron cuando tuvo 16 años y una tía suya la contactó para que viajara a Suiza y buscara nuevos rumbos. Por ser menor de edad, salió como ilegal hacia ese país europeo. Sin embargo, su estadía no le fue tan auspiciosa, ya que al poco tiempo tuvo que trabajar como bailarina en varios clubes nocturnos de Lucerna y Zúrich.
“Por vanidad, quería alcanzar muchas cosas que nunca había tenido, como le pasó a algunas tías y primas que viajaron antes que yo”, declara.
PRIMEROS VICIOS
En tanto, en Austria, país vecino, vivía Stephan Kovacs, quien había nacido en 1984 y provenía de una familia bien constituida. Sus padres, Josef y Ruth Kovacs, sembraron en él valores y virtudes, pero todo cambió cuando cumplió 8 años y empezó a fumar cigarrillos con sus amigos.
Si bien esto no le trajo consecuencias inmediatas, fue dejando pequeñas semillas que, años después lo arrastrarían hacia otros vicios. “Me escapaba de casa con mis amigos y nos íbamos en tren a otros pueblos para fumar”, relata Stephan cuando se remonta a esos tiempos. Más adelante, sus padres lo enviaron a una escuela internado ubicado en Bregenz, ciudad fronteriza con Suiza.
Allí se quedó estudiando los siguientes ocho años de su vida, período en el que conoció a varios jóvenes de tendencia neonazi que ahuyentaban a cualquier estudiante extranjero que pisara su país. Stephan nunca imaginó que varios años después se casaría con una extranjera e inmigrante dominicana.
VIAJANDO CON LA VERGÜENZA
Tras varios meses de zarandear su cuerpo en los centros nocturnos suizos, Lourdes conoció a un empresario que le propuso que se alejara de su oficio y se casara con él. Tras prometerse amor perpetuo, contrajeron nupcias en 2001, pero su relación terminó cinco años después.
Lourdes creyó que lo había perdido todo y los pensamientos suicidas se apoderaron de ella. Al retornar a Suiza, siguió con su misma labor, hasta que conoció a un húngaro que la embarazó. Unos años después, esa relación se quebró y Lourdes fue despojada de la casa del extranjero junto con su hijo. Su madre y su país nuevamente la recibieron con los brazos abiertos.
VENDEDOR DE DROGAS
En tanto, la rebeldía de Stephan fue creciendo. A los 13 años se escapó de aquella escuela y vivió en las calles de la ciudad austriaca con varios de sus amigos. Al ubicarse en una casa de refugio, empezaron sus vínculos con la marihuana, el éxtasis y todo tipo de bebidas embriagantes que lo impulsaron a vender estas sustancias a decenas de jóvenes de la ciudad.
La delincuencia era parte de su nueva vida callejera. Por ese tiempo retornó a la escuela, pero por su indisciplina lo expulsaron sin ninguna opción de reintegrarse. Tras ello, cruzó la frontera hacia Suiza y se alojó en Zúrich, donde trabajó en una fábrica de autopartes de vehículos.
Al aumentar su adicción a los narcóticos, en una ocasión Stephan sufrió un shock nervioso y perdió el control de su cuerpo, que empezó a sacudirse violentamente. La muchacha que lo acompañaba en esa noche de pasión por poco muere de la impresión. “Normalmente, uno se toma una pastilla, pero el vicio me llevó a tomar una pastilla tras otra mientras trabajaba en la fábrica...
Pude haber muerto por sobredosis”, confiesa Stephan. Ya con 22 años, se contactó con algunos de sus amigos de Holanda y Alemania, y viajó a España para seguir abasteciéndose de más estupefacientes y llevarlos a Suiza. Las autoridades antidrogas del país se percataron de la presencia de uno de sus cómplices e inspeccionaron la mercadería que trasladaba.
Al descubrirse el seudónimo de ‘El Kovacs’ impreso en los paquetes, se convirtió en uno de los más buscados por la Policía.
“Vendía mucha droga; no como los grandes de Colombia, pero sí vendí muchos kilogramos de drogas, lo que me permitió sobrevivir varios años”, relata. De manera clandestina, Stephan cruzó caminando la frontera hacia Suiza para no levantar mayores sospechas. Al ubicarse en la ciudad de Salez, siguió con su vida disoluta, vendiendo drogas y mezclándose con la delincuencia y la prostitución. En medio de esas condiciones conoció a Lourdes.
LOURDES Y EL EVANGELIO
Al retornar a República Dominicana, Lourdes se dio con la gran sorpresa de que en la casa de su madre fluía la Palabra de Dios, gracias a una de sus hermanas menores, que se había convertido en cristiana muchos años antes. “Mi madre recibía en la casa a varios pastores, evangelistas y misioneros cristianos.
Gracias a Dios, la casa de mi madre prosperó, hasta el punto de que todos querían ir a orar allá y sentir la presencia del Señor…”, comenta. Ya en 2005 y escuchando la Palabra de Dios, Lourdes logró oír la revelación de un pastor que vio en sueños una vida trágica y decadente para ella si no se entregaba al Señor.
“Yo sentí el toque del Señor cuando el pastor me lo dijo, porque me sentía tan vacía y nada me llenaba el corazón… Desde ese momento quise servir al Señor”, recuerda Lourdes.
UNIDOS POR DIOS
En 2009, al residir en Salez, en Suiza, Lourdes y Stephan se conocieron en medio de una fiesta. En instantes se enamoraron y se relacionaron con cierta incertidumbre; sobre todo cuando Lourdes se enteró del negocio de su prometido en la venta de drogas. Un año después, Lourdes recordó las palabras de aquel hombre de Dios en 2005 y le volvió a nacer el deseo de servir a Dios; así, se entregó a la oración.
En ese momento, un grupo de creyentes le anunció el Evangelio y creyó por fe. Al cabo de dos meses, Stephan también creyó. En 2011, contrajeron nupcias y formaron parte de la iglesia del Movimiento Misionero Mundial en aquella ciudad. Ambos están seguros de que Dios los unió desde dos lugares tan lejanos para servirle

Fuente: impactoevangelistico.net

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